miércoles, 18 de mayo de 2011

Largo y tendido

Empieza mi último periodo de vacaciones de tres meses, y con él, muchísimo tiempo libre. Así que, aprovechando que la película que estoy viendo se está cargando porque mi internét repentinamente falló (no suele ser tan lento) escribiré algunas reflexiones significantes en cierta medida para mí, del día de hoy.

Creo que fue hasta hoy que comprendí lo placentero que me resulta platicar con personas que, simplemente, no incluyen en su vocabulario las groserías. Creo que no es coincidencia que ambas personas sean mujeres y que yo tenga tanta aversión por las altisonantes en sus labios (pinche machista misógino conservadorete de mierda). 

Pero no son sólo personas que no las acostumbran ni las dicen repentinamente, sino simplemente, nunca las he notado necesarias en su vocabulario. Se expresan fluido y sin que se asome en su plática la necesidad de semejantes expresiones, ni tampoco son de las que suelen quedarse en el ridículo limbo que existe entre decir un fragmento y omitirla para que "no se oiga tan feo", o cosas así. Simplemente, no las dicen.

Pude notar como sentía comodidad y hasta cierto encanto. Pero creo que fue hasta hoy que lo noté, ya que tuve contacto general sólo con tres personas (las tres mujeres). Una en mi curso para aprobar la materia que adeudo, que las dice muy poco y (considero yo) muy adecuadamente. Las otras dos fueron por pláticas incidentales, ambas "largas y tendidas". Así fue como, llegando a mi casa, noté lo cómodo que me sentía de recordar lo platicado, no sólo por que fueran asuntos agradables o sencillos, sino por lo ya recalcado, el lenguaje.

A estas alturas no es un misterio que yo las ocupo y me siento plácido así. Sin embargo, creo que detalles como los de hoy me ayudan a recordar un poco cómo era, porque sí, yo las adapté muy tardía y muy torpemente a mi vocabulario, precisamente porque no las quería hacer necesarias. Sin embargo, todo cae por su propio peso y ni tardo ni perezoso, y acepto, por total influencia externa, las incluí y sigo sintiéndome bien hablando así. 

Después de esto, podrían tacharme de santurrón, sensibilero, incluso hipócrita o misógino machista, como ya mencioné. Sí, puede ser. 

Aún con todo, recalco, con detalles cómo los de hoy, es placentero recordar.

Sin más, me retiro a ver algunos minutos posteriores de la cinta, y después con mi novia. Salebai.

1 comentario:

  1. Las groserías son importantes en el lenguaje coloquial, pero es interesante el prescindir de ellas en una conversación. Me gustó la entrada.
    Saludos!

    ResponderEliminar